El gremio de los Desatrancadores empezó a ser imprescindible desde el preciso instante en que el ser humano, obligado a convivir en núcleos de población cada vez mayores, decidió deshacerse de sus desperdicios enviándolos al subsuelo.
Pronto quedó patente que la suciedad de los hombres era demasiado cuantiosa para que la madre Gaia pudiese asimilarla. Las venas y arterias de la tierra se vieron obstruidas por el colesterol de la inmundicia humana.
Debido a ello surgieron los primeros Desatrancadores: Gente humilde dispuesta a ensuciarse las manos por el bien de la Humanidad, descendiendo a inframundos cuya ignota oscuridad no es asumible para el común de los mortales.
A pesar de su mala reputación, los Desatrancadores se convirtieron pronto en "el poder en la sombra", pues conocían los secretos más íntimos de los más poderosos ciudadanos: Todos ellos usaban letrinas y alcantarillado para desprenderse de aquello que no deseaban compartir con nadie más. Debido a ello, la logia del Desatranque tuvo acceso a información confidencial de monarcas y clérigos, de nobles y princesas, de traidores y herejes.
Las cloacas están repletas de información, y la información es poder.
Ahora bien, tales despojos humanos no fueron lo único que hallaron los Desatrancadores en nuestro subsuelo. Pronto descubrieron que ese inframundo al que la luz no llega es ecosistema idóneo de demonios y criaturas arcanas cuya mera existencia desafía a la razón humana. Seres abyectos que adquieren más y más poder gracias a las indignas inmundicias que arrojamos cada día a través de nuestras letrinas.
Los Desatrancadores son el último bastión, la última barrera, la última esperanza de la Humanidad en la lucha contra esas fuerzas oscuras.
Y es por ello que esta logia de paladines anónimos lleva milenios buscando el Desatrancador Dorado... y rigiéndose por códigos inspirados en él.
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